Motivación y profesión.
-¿Salgo o no salgo?
El clown se hizo aquella pregunta frente al espejo, mientras acababa de maquillarse, como si esperara que su propio reflejo le respondiera. Estaba a punto de salir a escena, como cada noche. “Venga, que sales en 2 minutos”, gritó una voz algo nerviosa tras la puerta.
En realidad, no había nada por qué preocuparse, su show iba viento en popa. Las críticas eran buenas, y el público parecía pasarlo en grande. Pero aquella noche no tenía el cuerpo para nada. Su madre acababa de fallecer, y ni siquiera había podido despedirse de ella. Aquel pensamiento le torturaba, y apenas le dejaba pensar, ni ser él mismo.
Acabó de empolvarse la cara, y volvió a escrutar su propio rostro frente a él.
- ¿Salgo o no salgo?
En realidad, aquella era una pregunta retórica. Claro qué iba a salir. Claro que iba a hacer su show. Claro que iba a hacer reír, aunque por dentro estuviera llorando a mares.
Se apresuró hacia el escenario, los aplausos que le indicaban que ya era su turno subieron de intensidad cuando atravesó la cortina de terciopelo. “¡Al lío!”, dijo entre dientes.
Conectó con el público como cada noche. Sus trucos sorprendieron. Sus acrobacias encandilaron. Sus chistes y salidas de tono hicieron reír a todo el mundo. Al final, aplausos y más aplausos. Estaba a punto de irse, entre reverencias de agradecimiento, cuando alguien le indicó con un gesto que se le había corrido el rimmel.
- Disculpen - dijo dirigiéndose a su auditorio - Se me debe haber metido algo en el ojo…